Tercer día sin clases. Un día de nieve para disfrutar entre hermanos.

Por suerte o por desgracia, vivo en un pueblecito, donde la mayoría de la gente se conoce, pero muy diferente a la gran ciudad.

 Tenemos la ventaja de la buena relación entre los vecinos, pero la desventaja de no disponer de muchos de los servicios y entretenimientos, de los que tienen en la ciudad.  Así dicho, parece que estoy en medio de ninguna parte, y no es así, solo nos distan doce kilómetros a la ciudad. Estamos al lado, pero no quita, que cada vez que quieres hacer algo, tienes que coger el coche, o sino estas aislado  dependiendo de autobuses y horarios.

Vivir en un pueblo tiene sus ventajas en verano, sobre todo cuando hay crios, ya que se juntan todos, ya sea en el parque o en la plaza, y juegan todos juntos, niños y niñas. Además,  les dejas más libertad, no se si acertadamente o no, sientes que están más seguros, rodeados de tanta gente conocida, que saben quien son, y donde viven, que en la ciudad, donde nadie les conoce y son uno más, donde no sabes quien se les puede acercar.

Pero el problema viene cuando llega el invierno, los días son muy cortos, los niños vienen de clase tarde, y entre la merienda y tareas, cuando quieren salir de casa es de noche. ¿Y a donde vas, en un pueblo pequeño, en invierno y de noche? Pues a ninguna parte. A no ser que cojas el coche y te subas a al capital a hacer algo en centros cívicos, piscinas, academias, compras y demás servicios de entretenimiento de los que dispone una ciudad. 

Y no digo con esto que en el pueblo no haya actividades, ya que los crios disponen de una sala donde pueden ir a jugar por las tardes algunos días a la semana, vienen a dar clases extraescolares de yudo y multideporte al polideportivo, y una academia de ingles da clases dos veces por semana. Pero no es lo mismo que la diversidad de elección que tienes en la ciudad.

Pero hoy es uno de esos días en los que me alegro de vivir en un pueblecito y no en la gran ciudad.

Los niños van al colegio en distintos autobuses, que los va recogiendo por los distintos pueblos del Alfoz, y los llevan a todos a un mismo colegio, que es el que corresponde a la zona. Y hoy por tercer día consecutivo ha nevado, el autobús no ha podido venir y los niños se han quedado en casa. 

Después de desayunar y hacer unas pocas tareas, que no va a ser  todo fiesta, han salido a jugar al jardín. Es increíble verles jugar en la nieve virgen, la alegría que te da verles disfrutar, relacionarse entre ellos como hermanos que son, ver como el pequeño imita todo lo que hace su hermana mayor, y verla a ella cuidarle para que no se le caigan los guantes y no se le mojen las manitas, pasear a su chiquitín, como dice ella, en el trineo, dandole vueltas por todo el jardín, marcando cada una de las partes que pudieran quedar sin pisar, y enseñarle a hacer un súper muñeco de nieve, o jugar en la parte trasera del jardín, en su cueva, a la que llaman, “su refugio”.

Al principio me preocupaba que cogieran frio pero con la ropa adecuada creo que pueden rebozarse por la nieve cuanto quieran que no se mojan y si lo hacen pues se cuelga en el radiador, se pone otro equipo de nieve y a disfrutar que esto solo pasa un par de días al año.

Parece mentira, cuando yo era una cria no había esta ropa disponible para niños, o si la había yo no la tuve nunca supongo que era muy cara para comprarnosla a los niños para dos dias que cae la nieve.

Hoy en dia con la gran cantidad de tiendas de deporte que hay puedes encontrar casi todo y muy barato, de este modo puedes comprar dos unidades para cada uno y cambiarles si se mojan...Así pueden aprovechar bien el día de nieve.

Aunque por supuesto yo no me ando en tonterías lo del mayor lo hereda el pequeño como se ha echo toda la vida. Una cosa es darles dos equipos y otra despilfarrar el dinero.

Que disfrutéis del dia de nieve con vuestro peques.

Os dejo estos enlaces por si necesitais los clasicos complementos para pasar un perfecto día en la nieve:

 Trineos infantiles

Trajes de nieve para niños

Abrigos de nieve

Botas de nieve

Así, si deja de importarme los inconvenientes de vivir en la gran ciudad. Si viviéramos en ella, mis hijos no habrían tenido escusa para no acudir andando al colegio, y se  habrían perdido esta gran experiencia de juegos compartidos entre hermanos.

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